jueves, 3 de enero de 2013

MOBBING: TODO LO QUE TIENES QUE SABER.





En nuestro intento de daros absolutamente toda la información que cae en nuestras manos sobre el ACOSO, os iremos colgando todo lo que disponemos, para que interioricemos profundamente este problema con miras a poder crear todas las alternativas de lucha contra el mismo . 

Estas alternativas las tendremos que ir construyendo obligatoriamente, puesto que con este nuevo esquema mundial de esclavismo virtual y sutil, vendrán otras clases de ACOSO no recogidas en lo que por oficial se pudiera entender. Esas nuevas clases tendrán que ser contestadas por otras nuevas respuestas, que tarde o temprano las tendremos que sacar a la luz, en defensa de nuestros compañeros. 

Hace diez años, en mayo, se editara a través de Mundo Obrero un estudio que os pasamos.


                                            DEFINICIÓN

En su fórmula más general, el fenómeno del abuso consiste en la opresión reiterada, tanto psicológica como física, hacia una persona con menos poder, por parte de otra con poder mayor. Es este desequilibrio de poder entre las personas la característica más importante de los distintos tipos de abuso.


                                                FORMAS

El maltrato puede adoptar diferentes formas: puede tratarse de u maltrato directo, con agresiones de tipo intimidatorio, que a su vez puede incluir un daño físico o verbal: o bien puede tratarse de formas de maltrato indirectas, como la exclusión social.

También podemos clasificar el maltrato como maligno y el no deliberado, los dos son igualmente perjudiciales porque la víctima se siente igualmente sometida y sin defensa.
Lo que es evidente es que las acciones intimidatorias suelen mantener un orden ascendente de dolor, pudiendo comenzar por un simple mote para ir pasando lentamente a otros actos más graves, incluso el aislamiento o la agresión física, lo que va acrecentando la sensación de indefensión de la persona acosada.

                                             CONSECUENCIAS

El mobbing no se identifica con conflictos ocasionales o temporales, sino que conforma casos en los que la situación comienza a provocar condiciones patológicas psiquiátricas o psicológicas.
La diferencia entre conflicto y mobbing no reside tanto en el tipo de conductas que se manifiestan o en cómo se producen estas conductas, sino que se trata fundamentalmente de una cuestión de frecuencia y de duración de estas conductas hostiles, que llevan a la víctima a una situación de debilidad e impotencia y a un potencial riesgo de expulsión del entorno social. En conclusión es el uso sistemático de conductas hostiles lo que hace aparecer el desarrollo del proceso del mobbing.


         ¿Por qué se desarrolla un proceso de este tipo?

El análisis de casi 800 casos muestran un patrón casi estereotipado en el trabajo: en todos los casos existe una producción y unos métodos de trabajo extremadamente mal organizados, así como una dirección incapaz o desinteresada.
Un clima laboral enrarecido, tenso o demasiado competitivo produce mobbing.


El mobbing incluye conductas tales como humillaciones a las personas o simplemente no ofrecerles tareas a realizar, aislamiento social, amenazas verbales, maltrato físico, difundir rumores o hacer chistes de la vida privada de un individuo.


                                   Fases del mobbing

En los distintos casos estudiados de mobbing se observa un desarrollo temporal típico que puede sistematizarse en diferentes fases sucesivas. La no resolución del conflicto en ninguna de dichas fases conduce cuando menos a la expulsión de la víctima del mercado de trabajo.

                                   Fase 1: Conflictos cotidianos

En el lugar de trabajo, como en cualquier otro entorno social se producen a menudo incidentes o conflictos. Habitualmente estos pequeños conflictos se resuelven de manera adecuada y sin dejar secuelas. Cuando esto no sucede así, esta situación conflictiva puede ir evolucionando hacia un problema aún mayor. Esta primera fase no puede definirse propiamente como acoso psicológico y su duración suele ser corta.

                          Fase 2: Mobbing y estigmatización

En esta fase los comportamientos o conductas de hostigamiento hacia la víctima se instauran de forma permanente y con la duración requerida. Las razones que fueron la causa primera de este proceso se desvanecen hasta hacerse irreconocibles y el proceso en sí adquiere su propia dinámica de hostigamiento. La víctima no comprende la razón de esta situación; en algunos casos evita o niega la realidad, en otros se autoinculpa, y en otros se quiere revelar contra esta situación injusta. Este proceso provoca un aislamiento de la víctima, una disminución de su autoestima y van apareciendo los primeros síntomas de estrés.

                         Fase 3: Intervención desde la empresa

Los procesos de mobbing afectan negativamente al funcionamiento de las empresas. En este momento alguna persona de la dirección interviene para intentar solucionar el conflicto. Sin embargo en este punto del proceso (quizá ya con más de seis meses o un año desde su inicio), el conflicto se personaliza y se tiende por parte de los agentes externos a responsabilizar a la víctima o, en todo caso, la posible solución pasa por su persona y no por la de los agresores.

                                             Fase 4: Expulsión

La prolongación del proceso de mobbing conlleva una alteración importante de la salud de la persona acosada y es habitual que busque ayuda médica especializada. Sin embargo, muchas veces se obtiene un diagnóstico incorrecto debido a la poca información de los profesionales sobre estos procedimientos; estos diagnósticos se basan en trastornos de la personalidad sin considerar las variables ambientales (hostigamiento) que provocan estos síntomas.
El problema aumenta al incrementarse el sentimiento de culpabilidad de la víctima. Las consecuencias laborales se concretan en una secuencia repetida de bajas y reincorporaciones que no hacen sino aumentar la estigmatización del acosado frente a la empresa que va teniendo más argumentos para responsabilizar del conflicto a los problemas psicológicos del afectado. En este punto, la definitiva resolución del conflicto significa habitualmente la expulsión de la víctima de su puesto de trabajo o incluso del mercado de trabajo.


La desorganización empresarial o bien la rigidez de algunas instituciones y de las empresas muy jerarquizadas también da pie a que ciertos individuos ávidos de poder se ensañen impunemente contra otros.


                                             Consecuencias

A nivel psíquico el trastorno principal que manifiestan los acosados es un miedo acentuado y continuo, unido a un sentimiento de amenaza, lo cual conlleva un elevado estado de ansiedad que poco a poco se generaliza a cualquier situación, no sólo en el trabajo.
Además, pueden presentarse otros trastornos como baja autoestima, apatía, sentimientos de fracaso, e incluso distorsiones cognitivas. Junto a estos problemas el sujeto afectado puede desarrollar comportamientos adictivos y drogodependencia. Si el problema se prolonga en el tiempo, pueden aparecer patologías más graves, como cuadros depresivos, trastornos paranoides o comportamientos autolesivos.
A nivel físico, el trabajador afectado puede presentar patologías psicosomáticas que van desde dolores y trastornos funcionales hasta trastornos orgánicos. Estos sujetos pueden desarrollar conductas de aislamiento, retraimiento, susceptibilidad e hipersensibilidad a la crítica, así como diversas manifestaciones de inadaptación social. Al estar afectada la salud social del sujeto, ello afecta a las interacciones con otras personas. El núcleo familiar y social padecerá las consecuencias de tener cerca una persona con estos trastornos, manifestándose deterioros en las relaciones interpersonales.
En cuanto al rendimiento en el trabajo, los trabajadores que padecen este problema tendrán un aumento del absentismo, así como una disminución de la cantidad y calidad del trabajo. En relación a la accidentalidad, parece que aumenta debido a negligencias, descuidos o incluso accidentes voluntarios.


Los primeros síntomas que aparecen son muy parecidos al estrés: cansancio, nerviosismo, problemas digestivos,  pero si el acoso se prolonga, se puede establecer un estado depresivo mayor.


                          Características del mobbing

Leymann identifica 45 actividades o comportamientos diferentes usados durante un proceso de mobbing, que agrupa en cinco categorías dependiendo de los efectos que tienen sobre la víctima, dichas categorías son:

  1. Efectos en las posibilidades de la víctima para comunicarse adecuadamente.
  2. Efectos en las posibilidades de la víctima para mantener contactos sociales.
  3. Efectos en las posibilidades para mantener su reputación personal.
  4. Efectos en la situación laboral de la víctima.
  5. Efectos en la salud física de la víctima.

A partir de estas categorías presenta la siguiente lista de comportamientos hostiles extraídos de sus investigaciones.

Comportamientos encaminados a impedir que la víctima se exprese:

  • El superior jerárquico niega a la víctima la posibilidad de expresarse.
  • La víctima es constantemente interrumpida.
  • Los compañeros le impiden expresarse.
  • Los compañeros le atormentan.
  • Criticar el trabajo de la víctima.
  • Criticar su vida privada.
  • Aterrorizar a la víctima mediante llamadas telefónicas.
  • Amenazarla verbalmente.
  • Amenazarla por escrito.
  • Rechazar el contacto (evitar el contacto visual, gestos de rechazo, etc.)
  • Ignorar su presencia, por ejemplo dirigiéndose sólo a terceras personas.

        Comportamientos encaminados a aislar a la víctima:

  • No hablarle más.
  • No dejar que ella le dirija la palabra.
  • Colocarla en un sitio que la aleja y la aísla de sus compañeros.
  • Prohibir a sus compañeros que le dirijan la palabra.
  • Negar la presencia física de la víctima.

Comportamientos encaminados a menospreciar a la víctima frente a sus compañeros:

  • Hablar mal de ella o calumniarla.
  • Lanzar rumores sobre ella.
  • Burlarse de ella, ridiculizarla.
  • Pretender que es una enferma mental.
  • Tratar de obligarla a hacerse un examen psiquiátrico.
  • Bromear con una enfermedad de la víctima
  • Imitar el andar, la voz, los gestos de la víctima para ridiculizarlos.
  • Atacar sus convicciones políticas o sus creencias religiosas.
  • Burlarse de su vida privada.
  • Mofarse de sus orígenes o de su nacionalidad.
  • Forzarla a un trabajo humillante.
  • Calificar el trabajo de la víctima injustamente y en términos malintencionados.
  • Cuestionar y contestar las decisiones de la víctima
  • Injuriarla en términos obscenos o degradantes.
  • Acosar sexualmente a la víctima (gestos o propuestas).

Desacreditar a la víctima en su trabajo:

  • No confiarle ningún trabajo nunca más.
  • Privarle de toda ocupación y vigilar que no pueda encontrar ninguna por ella misma.
  • Relegarla a trabajos completamente inútiles o absurdos.
  • Encargarle tareas muy inferiores a sus competencias.
  • Darle constantemente tareas nuevas.
  • Obligarla a hacer trabajos humillantes.
  • Confiar a la víctima tareas que exigen una preparación muy superior a sus competencias con el fin de desacreditarla.

Comprometer la salud de la víctima:

  • Destinar a la víctima a tareas peligrosas o nocivas para la salud.
  • Amenazarla con violencia física.
  • Agredirla físicamente, sin gravedad “a título de aviso o advertencia”.
  • Agredirla físicamente sin retenerla.
  • Ocasionar voluntariamente gastos a la víctima con la intención de perjudicarla.
  • Ocasionar desperfectos en el domicilio de la víctima o en su sitio de trabajo.
  • Agredir sexualmente a la víctima.
Acoso institucional, mucho más de lo que asoma

Hace unos meses el diario El Mundo se hacía eco de las conclusiones a las que se llegaba en el XI CONGRESO DE PSIQUIATRÍA LEGAL celebrado el pasado año en Oviedo, donde se hablaba por primera vez de un nuevo término denominado “Acoso Institucional” que consiste en las consecuencias plenamente perniciosas que provoca para los trabajadores el propio sistema laboral.
En una de las sesiones el abogado laboralista Fernando Pérez Espinosa se expresaba de este modo: “Frente al mobbing, está el acoso institucional, que provoca un sistema de empleo precario, temporal, de descenso del nivel de calidad, de retribuciones en constante evaluación. Todo esto conlleva desmotivación, inseguridad, baja autoestima, depresión. Lo mismo que el mobbing, pero con otro culpable. Si se midiera el porcentaje de trabajadores hostigados por el sistema en España el resultado sería de alarma”.
Pero eso no es todo, la gravedad del asunto es de tal calibre, que este experto en el tema concluyó diciendo: “En el mobbing tradicional hay una intención de hacer daño al trabajador, que acaba harto y deprimido.
En el acoso institucional, el sistema trata de sacar los máximo de ti, aún por encima de tus posibilidades…”
En mi opinión, de este problema radican los demás tipos de acoso que conocemos, uno de los cuales es el mobbing.


   CÓMO DETECTAR Y CÓMO ACTUAR SOBRE EL MOBBING

Si crees que tú o alguien de tu entorno padece alguno de los comportamientos agresivos descritos en la relación expuesta, busca ayuda en tu familia o amigos, acude a un especialista, un psicólogo o un psiquiatra y denúncialo sindicalmente.
Recuerda que si padeces acoso moral, eres la víctima, nunca el responsable de la situación.


Mundo Obrero / Mayo 2003

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